La sensación que tuve la primera (y tal vez única) vez que se me quedó la lengua pegada a un hielo fue que no había vuelta atrás, que había cometido un error por simple ignorancia, y que era irreparable, el hielo no se iba a desprender de mi lengua jamás.
1 comentario:
lo sentí también! y estaba en un lugar con mucho olor a pasto...
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