lunes, 23 de marzo de 2009

Lo que más le gustaba a él era mirarla, mirarla toda y disfrutarla. Ella se quejaba porque él nunca decía nada, nunca le contaba sus cosas. Él solo la miraba hablar, sonreir, domir. Ella decía que él no la escuchaba, que no la entendía. Él no podía dejar de mirarla. Miraba cómo se enojaba, cómo gritaba. Incluso eso le encantaba. Ella un día dijo que no lo iba a seguir soportando. Esa noche él lloró en silencio sobre su almohada, no la iba a ver más, pero lo que más le dolía era que en todo ese tiempo ella jamás lo había mirado a él.

4 comentarios:

pablo dijo...

Me gusta esto.

Lola dijo...

es tierno y triste

Malén dijo...

TENGO MIEDO DE QUE ME HAYA PASADO ESO.

Julieta Pestarino dijo...

Qué lindo esto! Lindo todo en general por acá.