hazañas caseras

No aspiraba a mucho, sólo a estar tirada mirando el techo sin hacer absolutamente nada. Mi plan no era muy ambicioso. Y en los primeros minutos creí que lo estaba logrando, qué ingenua! A metros de mi cama de golpe vi una cucaracha gigantesca. El miedo se apoderó de mi e intenté incorporarme lo más lento posible pensando que así no me iba a ver (ni que fuera un tiranosaurio). Las antenas, más grandes que todo su cuerpo, no paraban de moverse. Y en el momento en que termino de sentarme, el monstruo despliega sus alas y vuela directo hacia mí. El miedo se convirtió instantáneamente en pánico. Pocas cosas son peores que las cucarachas gigantes y una de ellas es las cucarachas gigantes que vuelan. En un pequeño acto de histeriquismo femenino corrí fuera de la habitación y busqué ayuda, obviamente, de mi papá. Y claro, en cuanto se asomó blandiendo un zapato en la mano la muy astuta voló y se escondió debajo de la cama. No salía. Se debe haber ido. Así que me recosté para volver a mi plan original, pero yo sentía su presencia. Sabía que la muy condenada seguía ahí. Casi podía escucharla moviendo sus antenas de un lado a otro. Se quedó en su guarida unos cuantos minutos y volvió a aparecer. El pánico volvió a apoderarse de mí. Respiré profundo y agarré una zapatilla que estaba al lado de la cama. La lancé atravesando la habitación y... sí! di en el blanco. Pero el tiro sólo había atontado a la bestia, así que agarré la otra zapatilla y aprovechando el momento de poca lucidez de mi contrincante me acerqué y pum! pum! Victoria, satisfacción. Y un segundo después culpa, mucha mucha culpa.




P.D.: A todos aquellos que hayan leído esto y hayan dicho "ay que idiota, le tiene miedo a una cucaracha" solo me queda recordarles que ellas sobreviven a las bombas atómicas, piensen un segundo en eso y después me cuentan.