Así, medio como de improvisto me cayó del cielo la oportunidad de irme con Fran a su ciudad natal a descansar unos días y, ya que estamos, a conocer a gran parte de su familia que sólo conocía por fotos y anécdotas.
Después de unas cuantas horas de ir por la ruta durmiendo, comiendo, charlando, durmiendo, bajando a hacer pis, comiendo otra vez, llegamos a Villa María, Córdoba. Y si bien me la imaginaba un tanto diferente tiene todo lo que esperaba para estos días: río, siestas, vecinos con reposeras en las veredas y una linda costanera para pasear de noche.
La mala: estuve casi todo el viaje con un dolor de panza terrible acompañado por las nunca bienvenidas náuseas. Por suerte todos me cuidaron mucho y entre cariño, pollo, reliverán y puré de zapallo me fui curando.
El balance, a pesar de ese pequeño inconveniente, es más que bueno, fueron cinco días muy lindos fuera de la city porteña.
1 comentario:
ey qué lindo.
me encanta el puré de zapallo.
me copan tus viajes improvisados.
es más, estás en uno de ellos ahora.
y siempre te mando un mensajito para verte y me descolocás con tu respuesta a la distancia jaja
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