Hoy en la facultad le pregunté la hora a un amigo, eran las 20:20, al rato le volví a preguntar y él sin mirar el reloj me dijo 20:26, yo le dije que estaba en cualquiera y que había pasado sin dudas más tiempo, efectivamente, eran las 20:31, él dijo que estaba muy cerca y yo le contesté que no, que le había errado casi por la mitad, y él dijo que depende de qué estemos hablando la mitad puede ser mucho o poco. Y tiene razón, porque más allá de que la mitad sea siempre la mitad cuantitativamente depende de la mitad de qué.
Podemos con facilidad confundirnos al decidir si dos eventos están separados por uno o dos segundos. Si no estamos atentos podríamos perfectamente pensar que pasaron dos segundos cuando en realidad pasó uno y no nos llamaría en absoluto la atención. Sin embargo si confundiésemos el paso de media hora con una hora pensaríamos que no tenemos ningún tipo de noción del paso del tiempo. Ahora, si pensamos que en ese lapso mucho más largo hemos confundido cada segundo pensando que habían pasado dos entonces estaríamos percibiendo cada minuto como dos y cada media hora como una entera. Así con sólo equivocarnos en el paso de un segundo (o incluso de medio o tan solo una centésima) al percibirlo como el doble podemos llegar a sentir el paso de 30 minutos como 60, o de 5 horas como 10. Tiempos que nos parecen muy lejanos pueden ser igual de intercambiables si los pensamos fragmentados.
Todo eso me quedé pensando en el último ratito de la teórica de hoy.
martes, 30 de junio de 2009
domingo, 21 de junio de 2009
lunes, 15 de junio de 2009
miércoles, 10 de junio de 2009
Abstracción
Me pone muy nerviosa, pero me encanta a la vez, mirar sólo la boca de las personas cuando hablan. Sólo ver cómo se mueven sus labios, cómo se mueve la lengua en relación a los dientes. Es increíble al punto de abstracción que se puede llegar cuando ya ni los sonidos parecen encajar con esos movimientos que se sienten tan ajenos. Taparle la cara a alguien, aunque sea mentalmente, de la nariz hacia arriba y observar cómo habla sin casi escuchar las palabras. Volverme loca mirando esos labios que parecen moverse totalmente independientes de esa persona, se mueven muy rápido como para tener conciencia de que los estamos moviendo, muy rápido para pretender que esos movimientos tengan relación con los sonidos que emitimos. El nivel de abstracción al que se puede llegar es tal que deja de tener sentido todo, como cuando repetís mucho una palabra, cualquiera, y te das cuenta de que nada tiene sentido, nada de lo que decimos, de lo que escribimos: es pura fantasía. Creemos que lo que decimos tiene sentido, pero no. Creemos que cuando hablamos hacemos algo más que mover la boca de una forma muy graciosa, pero no.
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